¡Buenas noches a todooooos!, a pesar de nuestro cansancio por la larga caminata, aún queda un pequeño hueco para contarles nuestra experiencia antes de recargar pilas para mañana (incluidas las de las cámaras jejejejeje).
En primer lugar, podemos llegar a confirmarles que no es ningún mito que en Roma hay una pasta deliciosa. Hemos tenido la gran suerte de sumergirnos en la cultura italiana probando su gastronomía.
Tras el almuerzo, tuvimos que correr para llegar a tiempo a nuestra gran visita guiada por el Coliseo, el Foro Romano y el Foro Palatino. Entre lo que para algunos pueden parecer ruinas, nosotros hemos descubierto cómo utilizar nuestra imaginación para apreciar y admirar cómo serían a sus inicios. Hemos aprendido la importancia de conocer estos monumentos porque conforman la huella de nuestro pasado.
Algunas de las curiosidades que hemos llegado a descubrir es que en realidad las batallas entre grandes gladiadores no eran tan sangrientas como las películas nos muestran y que existían diversos tipos de luchadores.
Seguidamente, nuestra compañera Natalia nos ha dado pinceladas sobre la grandiosa Columna Trajana con decoraciones en helicoide sobre las hazañas de Trajano sobre los dacios.
Con audioguías preparadas, descubrimos que el gran monumento Vittorio Emanuele es conocido popularmente como “la tarta nupcial” o “máquina de escribir”.
Tras la exposición de nuestra compañera Berta sobre el gran Teatro Marcello nos dirigimos al ghetto (barrio judío) donde descubrimos auténticos dulces italianos, cómo beber agua directamente de sus fuentes y cada uno leyó un mensaje del interior de un bombón (nos gusta verlo como un presagio sobre lo que está por venir).
Se suma a la lista la exposición de nuestro compañero Vicente, donde utilizando la imaginación más que nunca conseguimos aprender la importancia de monumentos que a pesar de estar ocultos a simple vista, siguen teniendo gran influencia en la actualidad. Pusimos rumbo a la Isla Tiberina y posteriormente a nuestro destino favorito, el Trastevere, donde entre pastas y pizzas, bailes y sevillanas hemos disfrutado de una inmersión completa en la cultura.
Nos quedamos con cada momento vivido, y nos vamos a la cama empezando a sentir nostalgia por un viaje que aún no ha acabado. Y es que como suelen decir los valientes viajeros “un viaje se vive tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos”.









